Los cambios se van dando, en mi vida, se han dado todo el tiempo... de un colegio a otro... de una casa a otra... salir de un matrimonio y empezar una vida a partir de cero... sin embargo, el cambio de vivir en otro país, creo que te marca para siempre...
Es un empezar de cero también, pero con cosas tan nuevas que vas aprendiendo cada lección que te da la vida y la vas marcando en tu cuaderno como que fuera algo muy preciado. El idioma, a pesar de ser el mismo cambia, con palabras tan esenciales como "guris"... "ta..." y vas dejando el viejo cascarón, del guatemaltequismo, sin por eso dejar a tu patria (esa la llevas siempre en el corazón) y te vas acostumbrando a la charla matutina, en la cual por la calle las personas te preguntan como te va... o simplemente como cada día en Uruguay, la charla habitual es la del clima, que si "va a haber humedad", que si la "cerrazón", el pronóstico del tiempo, está grabado en la mente del Uruguayo, como en ningún otro país...
Y así como vamos hablando del tiempo, vamos cambiando los hábitos... invierno es invierno... no se te ocurra salir en chancletas en una mañana fría, porque simplemente "te congelás"... tampoco usés un suetercito (o buzo) delgado... porque también te convertis en cubo de hielo... invierno es para taparse, verano... para destaparse...
El cambio me vino a mi de todos lados, la alimentación cambió, me eduqué a comer por temporadas... ahora se cuales alimentos se comen en verano y cuales en invierno,,, primavera y otoño no me preocupan tanto... en la mañana es el cafecito con seis galletitas de salvado y dulce de leche dietética (cambio grande del desayuno guatemalteco: un plato con dos huevos fritos, frijoles, queso, choricito, plato de mosh, juguito de naranja y taza de café sin olvidar la crema y el queso para los frijoles, los platanitos fritos si habían y el pan para acompañar todo eso). La merienda matutina, una manzana o la fruta de estación a media mañana, un almuerzo abundante, la merienda vespertina y la cena a las 11 de la noche...
Me cambió la vida porque el cambio de país trajo también una cobertura social que no tenía por allá, médico y medicinas provistas por el estado, y un sistema de salud bastante bueno. Y ahí... a partir de allí me di cuenta de mis limitaciones en salud, la diabetes llegó a tocar a mi puerta y yo no me había dado cuenta, y empecé a cuidarme mucho más...
La gente es pacífica, aún se alarman cuando ven un accidente de tránsito, o un robo a mano armada... no se les ha endurecido el alma a fuerza de asaltos para robarte el celu... porque acá no te lo roban... y la paz que te dan esas largas tardes de otoño, con el Río de la Plata como transfondo... esas tardes de paz que hace dos años y medio empecé a conocer, y despojarme del estress y de la carrera diaria, cultura aprendida en mi tierra...
Acá la vida transcurre entre la charla matutina con el viejito de la timba (el vendedor de lotería)... y la chica de la sección de fiambres del supermercado. Te cruza un vecino y te saluda con alegría, y alguna que otra viejita, de esas de 90 años pa arriba que todavía se ven por acá...
Han habido cambios grandes en mi forma de pensar y de valorar las cosas, soy chapina viviendo en Uruguay, no he querido instituir mi tierra en medio del nuevo entorno en que vivo, me decidí a probar todo lo que significa ser un uruguayo... su forma de vivir y de comer... y de pronto en pequeñas cosas como hacer unas tortillas, o tostar pepitas de guicoy en la estufa para hacer pepitoria, traigo a mi mente y mi corazón flashes de mi querido país Guatemala...
Los cambios son importantes si los sabemos aceptar y sobre todo si sabemos vivirlos con la mente positiva... hasta ahora me ha ido bien... salvo el dolor de no tener a mi hija conmigo, me siento querida por esta gente, que es muy sencilla pero muy verdadera... y sigo caminando a ver que más me depara el ser una chapina en Uruguay...
sábado, 24 de mayo de 2014
Cambios...
Los cambios se van dando, en mi vida, se han dado todo el tiempo... de un colegio a otro... de una casa a otra... salir de un matrimonio y empezar una vida a partir de cero... sin embargo, el cambio de vivir en otro país, creo que te marca para siempre...
Es un empezar de cero también, pero con cosas tan nuevas que vas aprendiendo cada lección que te da la vida y la vas marcando en tu cuaderno como que fuera algo muy preciado. El idioma, a pesar de ser el mismo cambia, con palabras tan esenciales como "guris"... "ta..." y vas dejando el viejo cascarón, del guatemaltequismo, sin por eso dejar a tu patria (esa la llevas siempre en el corazón) y te vas acostumbrando a la charla matutina, en la cual por la calle las personas te preguntan como te va... o simplemente como cada día en Uruguay, la charla habitual es la del clima, que si "va a haber humedad", que si la "cerrazón", el pronóstico del tiempo, está grabado en la mente del Uruguayo, como en ningún otro país...
Y así como vamos hablando del tiempo, vamos cambiando los hábitos... invierno es invierno... no se te ocurra salir en chancletas en una mañana fría, porque simplemente "te congelás"... tampoco usés un suetercito (o buzo) delgado... porque también te convertis en cubo de hielo... invierno es para taparse, verano... para destaparse...
El cambio me vino a mi de todos lados, la alimentación cambió, me eduqué a comer por temporadas... ahora se cuales alimentos se comen en verano y cuales en invierno,,, primavera y otoño no me preocupan tanto... en la mañana es el cafecito con seis galletitas de salvado y dulce de leche dietética (cambio grande del desayuno guatemalteco: un plato con dos huevos fritos, frijoles, queso, choricito, plato de mosh, juguito de naranja y taza de café sin olvidar la crema y el queso para los frijoles, los platanitos fritos si habían y el pan para acompañar todo eso). La merienda matutina, una manzana o la fruta de estación a media mañana, un almuerzo abundante, la merienda vespertina y la cena a las 11 de la noche...
Me cambió la vida porque el cambio de país trajo también una cobertura social que no tenía por allá, médico y medicinas provistas por el estado, y un sistema de salud bastante bueno. Y ahí... a partir de allí me di cuenta de mis limitaciones en salud, la diabetes llegó a tocar a mi puerta y yo no me había dado cuenta, y empecé a cuidarme mucho más...
La gente es pacífica, aún se alarman cuando ven un accidente de tránsito, o un robo a mano armada... no se les ha endurecido el alma a fuerza de asaltos para robarte el celu... porque acá no te lo roban... y la paz que te dan esas largas tardes de otoño, con el Río de la Plata como transfondo... esas tardes de paz que hace dos años y medio empecé a conocer, y despojarme del estress y de la carrera diaria, cultura aprendida en mi tierra...
Acá la vida transcurre entre la charla matutina con el viejito de la timba (el vendedor de lotería)... y la chica de la sección de fiambres del supermercado. Te cruza un vecino y te saluda con alegría, y alguna que otra viejita, de esas de 90 años pa arriba que todavía se ven por acá...
Han habido cambios grandes en mi forma de pensar y de valorar las cosas, soy chapina viviendo en Uruguay, no he querido instituir mi tierra en medio del nuevo entorno en que vivo, me decidí a probar todo lo que significa ser un uruguayo... su forma de vivir y de comer... y de pronto en pequeñas cosas como hacer unas tortillas, o tostar pepitas de guicoy en la estufa para hacer pepitoria, traigo a mi mente y mi corazón flashes de mi querido país Guatemala...
Los cambios son importantes si los sabemos aceptar y sobre todo si sabemos vivirlos con la mente positiva... hasta ahora me ha ido bien... salvo el dolor de no tener a mi hija conmigo, me siento querida por esta gente, que es muy sencilla pero muy verdadera... y sigo caminando a ver que más me depara el ser una chapina en Uruguay...
Es un empezar de cero también, pero con cosas tan nuevas que vas aprendiendo cada lección que te da la vida y la vas marcando en tu cuaderno como que fuera algo muy preciado. El idioma, a pesar de ser el mismo cambia, con palabras tan esenciales como "guris"... "ta..." y vas dejando el viejo cascarón, del guatemaltequismo, sin por eso dejar a tu patria (esa la llevas siempre en el corazón) y te vas acostumbrando a la charla matutina, en la cual por la calle las personas te preguntan como te va... o simplemente como cada día en Uruguay, la charla habitual es la del clima, que si "va a haber humedad", que si la "cerrazón", el pronóstico del tiempo, está grabado en la mente del Uruguayo, como en ningún otro país...
Y así como vamos hablando del tiempo, vamos cambiando los hábitos... invierno es invierno... no se te ocurra salir en chancletas en una mañana fría, porque simplemente "te congelás"... tampoco usés un suetercito (o buzo) delgado... porque también te convertis en cubo de hielo... invierno es para taparse, verano... para destaparse...
El cambio me vino a mi de todos lados, la alimentación cambió, me eduqué a comer por temporadas... ahora se cuales alimentos se comen en verano y cuales en invierno,,, primavera y otoño no me preocupan tanto... en la mañana es el cafecito con seis galletitas de salvado y dulce de leche dietética (cambio grande del desayuno guatemalteco: un plato con dos huevos fritos, frijoles, queso, choricito, plato de mosh, juguito de naranja y taza de café sin olvidar la crema y el queso para los frijoles, los platanitos fritos si habían y el pan para acompañar todo eso). La merienda matutina, una manzana o la fruta de estación a media mañana, un almuerzo abundante, la merienda vespertina y la cena a las 11 de la noche...
Me cambió la vida porque el cambio de país trajo también una cobertura social que no tenía por allá, médico y medicinas provistas por el estado, y un sistema de salud bastante bueno. Y ahí... a partir de allí me di cuenta de mis limitaciones en salud, la diabetes llegó a tocar a mi puerta y yo no me había dado cuenta, y empecé a cuidarme mucho más...
La gente es pacífica, aún se alarman cuando ven un accidente de tránsito, o un robo a mano armada... no se les ha endurecido el alma a fuerza de asaltos para robarte el celu... porque acá no te lo roban... y la paz que te dan esas largas tardes de otoño, con el Río de la Plata como transfondo... esas tardes de paz que hace dos años y medio empecé a conocer, y despojarme del estress y de la carrera diaria, cultura aprendida en mi tierra...
Acá la vida transcurre entre la charla matutina con el viejito de la timba (el vendedor de lotería)... y la chica de la sección de fiambres del supermercado. Te cruza un vecino y te saluda con alegría, y alguna que otra viejita, de esas de 90 años pa arriba que todavía se ven por acá...
Han habido cambios grandes en mi forma de pensar y de valorar las cosas, soy chapina viviendo en Uruguay, no he querido instituir mi tierra en medio del nuevo entorno en que vivo, me decidí a probar todo lo que significa ser un uruguayo... su forma de vivir y de comer... y de pronto en pequeñas cosas como hacer unas tortillas, o tostar pepitas de guicoy en la estufa para hacer pepitoria, traigo a mi mente y mi corazón flashes de mi querido país Guatemala...
Los cambios son importantes si los sabemos aceptar y sobre todo si sabemos vivirlos con la mente positiva... hasta ahora me ha ido bien... salvo el dolor de no tener a mi hija conmigo, me siento querida por esta gente, que es muy sencilla pero muy verdadera... y sigo caminando a ver que más me depara el ser una chapina en Uruguay...
Cuando el cambio es para mejor la adaptación es rápida. Qué linda descripción de la vida en Uruguay es como un sueño hecho realidad, la vida en Centro América dista tanto de ser así...
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