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martes, 29 de julio de 2014

Vivir en Colonia...


Vivir en Colonia me trae a la mente recuerdos de infancia, recuerdos de seguridad, de amistad y de dulces momentos.

Esperar la tarde para compartir la merienda con tus seres queridos, el compartir el mate y pasarlo de mano en mano y sonreir... es como aquellos tiempos cuando en mi cuadra nos sentábamos en el borde de la banqueta, y nos pasábamos la botella de grapette o de pepsi.... y era ofensivo si limpiábamos la boquilla del envase después de que tomara tu mejor amigo... es asi...

Es ver venir el verano y empezar a prepararte para andar en shorts, en chancletas y con la reposera bajo el brazo porque vas a bajar a la rambla... y te vas a zambullir en el río.

Son domingos de asado y tardes de celajes, donde te sentás a la vera del naranjo y platicás hasta que cae la noche y después, entre matada de mosquito y echada de repelente, vas alargando la tertulia para que te dure mucho el veranito...

Es en invierno, sentada al borde de la estufa, tomándote un cafecito y platicando de las cosas que pensás, de lo que querés hacer...

Es un contraste entre lo viejo y lo nuevo... el manisero que te asa los maníes y te los vende en un cucuruchito de papel periódico... la mañana del sábado en la feria (el mercado) comprando las verduras y oyendo cantar a la muchacha de la balanza... es oir el pronóstico del tiempo de boca en boca... los chismorreos de las viejas, ver a la vecina comprarle las verduras a su vecino porque está viejito y ya no puede caminar... y ver salir a todos los gurises de la escuela, computadora en mano, porque la red está en todos lados y la educación acá es prioritaria... la salud también.

Vivir en Colonia es una de las mejores cosas que me ha sucedido en la vida, es conocer gente digna y amable, sincera y que te mira a los ojos, que te da la mano y no te la retira nunca. Los niños que aún son niños, las muchachas con el ímpetu de la juventud bailando en sus mentes y en sus cuerpos, los muchachos, sencillos y amorosos... es ver al amigo, darle un beso al amigo sin miedo a ser tildado de otra cosa... es encontrar corazones abiertos... y gente de verdad.

Vivir en el sur es como cantar esa canción que siempre quisiste cantar, con los pies descalzos sobre la hierba y ver de cara frente al sol y pensar... ¡

esto es vivir!